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Mostrando entradas de octubre, 2008

Humanos cotidianos

Me levanto como cada día, me aseo, me visto, desayuno y a la carretera camino del trabajo. El tráfico es intenso, estoy en un punto habitual de atasco, se juntan dos vías de dos carriles y justo 150 metros más adelante hay una salida hacia uno de los polígonos con más empresas de la ciudad. Los de la izquierda quieren ir a la derecha y viceversa, pero el lema "deja pasar y que te dejen pasar" no parece estar en la cabeza de ningún conductor, el lío es tremebundo. Logro pasar el punto conflictivo, callejeo por la ciudad hasta la zona donde intento aparcar (zonas en vías de extinción gracias a ese gran depredador llamado ORA). Es complicado encontrar sitio, me voy fijando en los coches aparcados, los hay que dejan hasta dos metros por delante y por detrás, qué importa que con eso estén fastidiando un sitio para otro coche, ellos ya tienen uno para el suyo, los demás que se ... fastidien. Aparco al fin. Me dirijo caminando a la oficina, me dan uno de esos periódicos gratuitos y

Huelga en la justicia

Bendito país, tenemos a los jueces de huelga encubierta y a los secretarios judiciales lo mismo, ¿ o la huelga de estos últimos no era encubierta?, bueno, tampoco importa mucho el matiz. Lo que si que importa de verdad no es siquiera la discusión sobre el derecho a la huelga, ni tampoco la discusión sobre si el gobierno interfiere con la justicia o deja de hacerlo, lo que realmente importa es el fondo de la cuestión, el cual, como suele ser habitual es extremadamente simple, y en este caso son los motivos aducidos para el citado paro (encubierto o descubierto, repito que eso es lo de menos), y que son ni más ni menos que la situación de los juzgados es insostenible, la acumulación de expedientes asfixiante y el nivel de medios para desarrollar la actividad diaria irrisorio. Y seguramente todo eso sea cierto, y por ello motivos mas que sobrados para establecer protestas y reivindicaciones y demás acciones para reclamar que se subsanen tantas deficiencias. Ahora bien, todo esto no es flo

Apariencia

Iba yo caminando el otro día cuando observé que un par de personas se volvían a echar una mirada de reojo a cuatro individuos que charlaban animadamente en la acera. Ciertamente su aspecto llamaba la atención, sobre todo a esas tempranas horas (serían las ocho y poco de la mañana), pues si no fuera que el día era laborable, bien parecería que estaban de boda: traje impecable perfectamente planchado, corbata firme al cuello, zapatos relucientes y cabellos repeinados. Una vez descartado lo de la boda, el pensamiento subsiguiente de la gente que se giraba disimuladamente para mirarles supongo que sería el de que su ocupación laboral debiera ser importante o cuando menos de alto caché económico a la vista de su imponente presencia. En esto un taxi se paró a su lado y los cuatro entraron un momento en el hall del hotel, y salieron pertrechados con sus portátiles bien enfundados en sus negros maletines. Confieso que no pude reprimir una sonrisa en ese momento, pues podría apostar con grandes