QUINCE EME

Las plazas se han llenado de gente en pie de protesta en las últimas fechas. Ya era hora dicen unos, que los echen a patadas dicen otros, y entre medias un sinfín de interpretaciones, análisis, opiniones y como no, chorradas mayúsculas. La gente está harta, cansada, hasta las mismas narices de que las cosas funcionen como funcionan. Esa es la única verdad innegable de todo esto. A partir de ese punto, dependiendo del cristal como se mire así resulta la imagen que se muestra ante nuestros ojos. De todos modos es incuestionable que una gran parte del objeto de la protesta se centra en que la situación socioeconómica actual viene provocada por la actual clase política, que deja muchísimo que desear en el desempeño de sus cometidos. Y yo estoy absolutamente de acuerdo con eso. Pero nadie habla de la segunda parte del problema y que va estrecha e irremediablemente ligada a esta primera aseveración: los ciudadanos de a pié. Es incómodo decirlo (tal vez por eso casi todo el mundo lo pasa por alto sin comentarlo), porque es tirar piedras contra nuestro propio tejado y es admitir que tenemos parte de culpa en lo que está pasando y en la situación a la que hemos llegado. Los políticos pueden ser horribles y hacerlo rematadamente mal, pero los que los elegimos somos nosotros mediante nuestros votos. Si no les votamos no salen elegidos y no pueden acceder a esos cargos en los que les reprochamos que actúan mal. Y eso aún no lo ha aprendido esta sociedad española. Nuestra única forma de influir (aparte de manifestarse, protestar etc) es el ejercicio consecuente del voto. Es decir, si un político no hace bien su labor, pues no le volvamos a votar y punto. Ese señor se tendrá que ir a su casita y dedicarse a otra cosa, o cuando menos dejará de estar en un cargo electo y dejará paso a otro que desempeñe mejor su labor. Y de esta manera se conseguiría otro objetivo que es que a los políticos no les quedaría más remedio que empezar a ponerse las pilas y funcionar, porque el que no lo hiciera no tendría votos. Sería como la serpiente que se muerde la cola. A ver cuanto tardamos en encontrar la nuestra, de momento movimientos como el del 15M parecen animarnos a ir abriendo la boca ... a ir buscando la cola ...

Comentarios

  1. Me parece todo correcto. Una salvedad: creo que simplemente ejerciendo el voto no seremos capaces de cambiar cosas.

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  2. Mi pregunta es entonces, ¿que hay que hacer entonces para cambiar las cosas?

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  3. ¿Para cambiarlas? Primero debemos ser conscientes del entorno que hemos creado durante años (centurias y milenios), definiendo un modelo social y una organización de control y gestión política, que en este tiempo ha ido optimizándose y perfeccionándose, y se ha amparado en un modelo pervertido de capitalismo.

    En definitiva, vivimos en un sistema perfecto (que no nos guste es otra cosa), autoregulado (alternancias políticas periódicas), autodefinido (cambios periódicos de gestión), endogénico (hemos delegado nuestra actividad política en una casta profesionalizada), cerrado (no nos queremos manchar en sus vísceras mientras podamos votar periódicamente), condescendiente (podemos protestar lo que queramos mientras no atentemos directamente contra él), blindado (sólo puede modificarse desde dentro), etc.

    Y llegamos al factor humano, el componente que desestabiliza cualquier fórmula matemática, y que provoca que 1000 personas tengan 1000 ideas distintas sobre lo que hay que hacer, sobre lo que se debe hacer, o lo que se podría hacer. Encima, como la misma sociedad que hemos creado enfatiza nuestro proceso desculturizador y alieanación como seres grupales (cada uno va a lo suyo), hemos perdido (o estamos en ello) nuestra capacidad de debate, de raciocinio, de empatía con el entorno y el prójimo. Así, conseguir unas pocas ideas u objetivos comunes pueden ser en sí mismos una odisea.

    Concluyo ya. Sumando estos dos factores, creo que modificar el sistema globalmente está más allá de nuestras capacidades y de nuestro talante actual. Además, el propio sistema se defenderá con las herramientas que entre todos hemos construido (o hemos dejado construir), y que las castas que hemos creado no dudarán en utilizar. Por tanto, modificar el sistema de manera atomizada es lo más viable que podríamos intentar hacer como individuos y como colectivos. Y aún así, digo "intentar" porque la sociedad, la tecnología, los mass-media, nos siguen vendiendo las ideas de que "ya", "online", "inmediatez", "resultado rápido", "no esfuerzo", etc, son las mínimas que debemos optar y considerar.

    Porque nadie se engañe: sería/será un proceso largo, tortuoso, siniestro a veces, deprimente, insatisfactorio... y sobretodo, lento.

    ¿Y cómo? Sólo le veo dos opciones viables, ambas dentro del sistema (las ajenas al sistema acabarían en dictadura, guerra civil, revueltas y represión), que a grosso modo (habría que matizarlas y desarrollarlas) son:

    1) Iniciativas populares amparadas y auspiciadas por un partido político existente. Si ha funcionado con los toros en el caso de Catalunya, puede funcionar en otras iniciativas concretas con el suficiente apoyo popular.

    2) Creación de un nuevo organismo político. No tendría una casta política (para éso ya tenemos partidos a montones) sino un grupo gestor que garantizara el funcionamiento popular/asambleario del mismo, abriendo sus objetivos a aquellos que quisieran proponer sus partidarios. Si profesionalizamos la gestión de empresas públicas ¿por què no hacer lo mismo con el gobierno? Eliminar la figura del político prepotente para transformarla en la del gestor que hace lo mejor que puede lo que pida el ciudadano, tiene calado y recorrido, aunque obligara al ciudadano a participar activamente de todas las decisiones. Pero después nos quejaremos de que "en democracia, dos Belén Esteban valgan más que yo", y seguiremos sospechando de corruptelas y de la fiabilidad y falibilidad del sistema.

    ;-)

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  4. Totalmente de acuerdo contigo. Hay que ser conscientes de que los cambios pueden lograrse pero a largo plazo y por eso no hay que desanimarse y hay que ser constantes en las reivindicaciones. La sociedad misma no cambia de la noche a la mañana, pues el sistema que dirige esa sociedad tampoco puede hacerlo, salvo que caigamos en extremos como dictaduras y similares que nadie queremos. Pero yo insisto en mi planteamiento, independientemente de todo lo que se pueda hacer en paralelo, lo primerísimo es que la gente se conciencie de que su voto si lo ejercita consecuentemente premiando y castigando a los políticos en función de su comportamiento y desempeño en su labor, si que sirve para algo. Otra de las cosas que yo cambiaría en el sistema electoral por ejemplo son las listas cerradas, que haya listas abiertas, que se vote a personas y no a partidos que luego meten ahí a quienes les da la gana ...

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  5. A modo de broma seria, yo propongo un cambio de paradigma, se supone que la democracia es maravillosa porque aquellos que nos gobiernan han sido elegidos por aquellos a los que deben gobernar, nos representan.

    ¿y como podemos cambiar el sistema para que nos represente a todos sin pervertirse?

    Yo propongo la lotocracia, de entre todos los ciudadanos que reunan un minimo de condiciones, como ser mayores de edad, no tener cuentas pendientes con la justicia, residentes en el pais y haber cotizado a la seguridad social un minimo, se escoge mediante sorteo un numero de representantes de cada region por un periodo de tiempo limitado, se les da un cursillo rapido de politica, y que gobiernen.

    En serio, que hay mas representativo de la sociedad que una muestra aleatoria de los ciudadanos, y asi cualquiera podria ser diputado o senador sin necesidad de lamer traseros durante años en las juventudes de un partido politico, y llegarian sin nada que dever a nadie, y a la mierda con los partidos politicos y las campañas electorales.

    Puede parecer una locura, pero yo creo que funcionaria.

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