Educación

Saludos de nuevo a mis fieles lectores (que bien queda el autobombo jeje), tras este parón desmesurado de casi medio año vuelvo a las andadas de escribir en este blog mío. No hay mucho que explicar acerca del parón, porque ni fue premeditado ni nada parecido, simplemente un día por otro la casa sin barrer como se suele decir y el tiempo pasó y aquí estamos seis meses después. Y conste también que tampoco es que no tuviera cosas sobre las que escribir, pero volvemos a lo mismo, un día lo dejas para el siguiente y el siguiente para el otro y al final el día a día te va comiendo y vas dejando las cosas sin hacer. Y eso es todo, lamento no poder ofreceros el relato de una crisis existencial que me haya hecho plantearme un cambio radical en el blog o una lucha interna entre una dicotomía de personalidades que tuvieran ideas diferentes sobre donde dirigir los destinos del presente blog, pero no es el caso, la realidad, aunque muchas veces supera a la ficción, otras no le llega ni a la suela de los zapatos. Qué le vamos a hacer !!.
Bien, dicho todo esto, no como disculpa sino como explicación de mi prolongado silencio bloguero, vamos a meternos en harina y a tratar de recuperar el espíritu y la energía para dedicar un poquito de mi tiempo libre a contar cosas que casi nadie leerá. ¿Qué ha hecho el que me vuelva a poner al teclado pensaréis?, ¿que gran limón tengo que soltar?, pues os quedaréis con las ganas, porque no es un limón esta vez, al contrario, es más bien una naranja bien dulce. 
El fin de semana pasado, nos llevamos a los pequeñajos a ver una obra de teatro infantil, para niños de 3 a 9 años según decía el cartel de la misma. Se llamaba la obra "La princesa ana", y como es obvio salía una princesa, sus padres los reyes, príncipes pretendientes y más personajes típicos de los cuentos, entre ellos una rana. Y como mandan los cánones, al final la princesa le da el beso a la rana, y hasta aquí lo habitual y lo trillado, porque la verde rana no solo no se transforma en un apuesto príncipe, se convierte en una bella jovencita, sino que la princesa y la damisela se quieren y desean reinar juntas en el reino, pese a la oposición de su padre el rey que quiere respetar a toda costa las tradiciones milenarias del reino y que ocupen el trono un rey y una reina.
Todo esto contado en clave infantil, con la más absoluta normalidad y simpleza. Y esto es lo que quisiera destacar como vehículo ideal para que la sociedad de hoy se convierta en la sociedad del futuro. Sinceramente me parece todo un ejemplo a seguir en cuanto a la forma de hacer las cosas y de abordar el tema de la educación de los niños. Si hoy en día en nuestra sociedad se están equiparando en derechos las parejas homosexuales y heterosexuales (esto es un hecho innegable y una realidad, más allá de las respetables creencias religiosas que cada cual profese), ¿qué mejor forma de transmitirlo a los niños que haciéndolo desde la más absoluta normalidad? 
No hay mejor forma de transmitir algo a las nuevas generaciones que educarlas en ello, y para eso han de ver como normales las cosas que la sociedad dice admitir. De nada sirve hacer leyes igualitarias de derechos para homosexuales y heterosexuales, si luego no predicamos con el ejemplo educando a los niños para que acepten como normales esas leyes. De nada sirve decirle a un niño que fregar, cocinar, limpiar es una tarea que pueden hacer tanto hombres como mujeres, si luego en su casa el niño ve a su madre haciendo todo eso mientras su padre está sentado en el sofá descansando. El ejemplo más fuerte, potente y duradero es el que el niño percibe por sí mismo a través de lo que ve hacer a los mayores a su alrededor.
Por todo esto me encantó la citada obra de teatro, ojalá cundiera este ejemplo educativo en muchos otros ámbitos de la sociedad.


Comentarios

  1. Bienvingut charli!, y digo eso de bienvingut muy a pesar de alguna madrileña de cuyo nombre no puedo acordarme, que 'sabe esperar'.

    Cierto es que llevas meses de sequia. Claro que tampoco soy yo el más indicado para hablar de estas lindezas.

    Decirte solamente que me gustó el equilibrado articulado con el que nos has ilustrado acerca de la educación. Sin embargo, y partiendo de la base de que la educación que debería ser 'intocable' en época electorales, lo cierto es que desde que cada hijo de vecino somos de nuestro padre y de nuestra madre autonómica, el pelo nos brilla poco en estos menesteres... ¿Un ejemplo ilustrativo? 'La Espe, sin iir más lejos...

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