Wert que te quiero Wert

De camino al trabajo, como cada mañana, pongo la radio para estar al tanto de la actualidad. Hoy no escucho los titulares habituales de noticias, toca entrevista. Nada más y nada menos que al señor ministro de educación, cultura y deporte. Esa es su voz, la que estoy escuchando decir que no se ha plegado a los deseos de la Conferencia Episcopal en su nueva y recién aprobada ley de educación, que simplemente ha escuchado las peticiones de dicha Conferencia, como ha escuchado a cualquiera que se le ha acercado durante la elaboración de la citada ley. Sonrío. Río. Y finalmente me carcajeo. No me hace falta tener imagen para saber que el señor ministro no se ha puesto ni medio colorado de vergüenza mientras decía esto. No tiene. 
Señor ministro, nadie duda que usted ha escuchado a todos los que se le han acercado, pero tampoco dudamos de que sólo ha escuchado a alguno de ellos. Y se da la casualidad (esto de la casualidad a veces tiene muy mala sombra), de que a la Conferencia Episcopal sí que la ha escuchado, puesto que ha introducido en la ley algunas de sus peticiones, mientras que a otros muchos no les ha hecho ni puñetero caso, empezando por el Consejo de Estado, que le ha hecho múltiples e importantes recomendaciones, que deben a estas horas estar dando vueltas por la red de alcantarillas, tras ser arrojadas por usted, o por cualquiera de sus lacayos a la taza del inodoro.
También merece comentario esa manía suya de sembrar de exámenes, reválidas o como quieran llamarlas, el camino de nuestros estudiantes, ya desde muy temprana edad. ¿Acaso no es suficiente la evaluación continua que curso tras curso mediante los correspondientes exámenes de cada asignatura, hacen los profesores, como para añadir otros exámenes a mayores sobre las mismas materias? ¿Qué mensaje le estamos mandando a esas nuevas generaciones, cuando les examinamos una y otra vez con reiteración de las mismas cosas? 
Y por último, que en el año 2013 sigamos favoreciendo la educación segregada por el sexo de los alumnos, me parece una auténtica aberración. Que es aún más grande, cuando la Justicia ha fallado en contra y a usted y al gobierno les ha faltado tiempo para modificar la ley si hace falta con tal de seguir permitiendo el concierto de esos centros educativos.
¿Que pretenden ustedes separando a los niños de las niñas a la hora de educarlos?
¿Como pueden hablar de la igualdad entre hombre y mujer, de prevenir la violencia de género etc, si son los primeros en establecer una barrera entre ambos sexos, prácticamente desde la cuna?. 
Llego al trabajo. El señor ministro sigue disertando. Hace rato que no escucho lo que dice, sólo oigo una voz paternalista de cadencia monótona e hipnótica, repitiendo una y otra vez las mismas cosas. Tal cual una homilía.
Afortunadamente  aún con esta ley la asignatura de religión sigue siendo optativa.
Opto por apagar la radio. Me gustan más los valores culturales, sociales y éticos.

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