El tren de la bruja
Jueves por la mañana. Como cada día, camino del trabajo, enciendo la radio. Escucho en directo al presidente del gobierno en el congreso de los diputados. Se va a abrir un debate sobre nuevas leyes para frenar, combatir, detener, disminuir ... la corrupción. Durante minutos escucho su palabrería hueca, rimbombante, aburrida, artificiosa. Se podría decir exactamente lo mismo con la cuarta parte de palabras, pero entonces no se camuflaría la flagrante falta de contenido de su discurso. Continúo escuchando. El señor presidente comenta los casos de corrupción que han aparecido dentro de su propio partido, gente en la que confiaba, explica, y que ha resultado no ser lo que parecía. Dice que ya ha pedido perdón por ello. Nada más. ¿Ya está?. ¿Basta con pedir perdón?. Me dan ganas de ir donde el señor presidente y pegarle un balonazo en todos los morros, o dos, o tres ... y luego pedirle perdón. A ver si le bastaba con eso a él. Aún no se ha enterado que la política no...