Incumpliendo las normas y las matemáticas. COVIDiario del Domingo 26 de Abril (día 44)

Domingo. Doble cuatro. Cuarenta y cuatro días desde que empezó el confinamiento. Casi nada. Y pensábamos entonces que con dos semanas se arreglaba todo. Ilusos. 
Pero bueno, la evolución sigue siendo positiva y hoy después de tantos días alcanzamos un hito, los niños pueden salir a dar un paseo por los alrededores de sus domicilios. Se esperan aluviones de gente sacando a los niños a pasear, no es para menos. Esperemos que se cumplan las normas, porque a lo largo del día se suceden las fotos de gente que no cumple los mínimos protocolos, niños jugando a la pelota con otros niños, padres en corrillos, parques saturados.
Stop. Un momento. Reconozcámoslo. Entramos en las redes sociales, vemos esas imágenes, los comentarios, y se nos pone la tez colorada, nos sube una ola de indignación desde el estómago hasta  la garganta y empezamos a maldecir gritando que esto es una vergüenza de país, que menuda mierda de sociedad que somos, que así no vamos a ningún lado y que no se puede abrir la mano porque aquí nos pillamos los dos piés y la bicicleta. Y asaltamos las redes sociales con nuestra ira poniendo comentarios a cada cual más agresivo y retroalimentamos a la bestia que se va haciendo más y más grande a cada momento.
Primer error. La inmediatez. Nunca hay que reaccionar en caliente a estas cosas. Hay que respirar hondo, dejar que pase un rato, asimilar las informaciones. Después con algo más de calma contrastar las informaciones. Investigar. Y una vez hecho todo eso, reflexionar, y entonces y solo entonces, lanzarse a opinar. ¿Por qué? porque hay mil fotos que son reales, pero otras mil que no lo son, que están trucadas, que juegan con la óptica, que son de otros días o de otros países etc. Porque por desgracia hay miserables que juegan de antemano con esa cualidad humana que es la reacción instantánea y tratan de utilizarla a su favor para que hagamos más virales sus bulos.
Segundo error. El mundo no son las redes sociales. Puede parecer que todo lo que pasa está en las redes sociales, pero no es así. Sobre todo porque tendemos a no darnos cuenta que en dichas redes lo que habitualmente vemos es lo que ven nuestros amigos y seguidores, es decir, gente de nuestros círculos afines y que como tales suelen mostrar la realidad que a nosotros nos gusta ver. Y nos olvidamos que también existen otros en las mismas redes sociales, que publican otras cosas, otras realidades, y como no son afines a nosotros, a menudo no les leemos. Y nos olvidamos que no todo el mundo está en las redes sociales y por tanto hay muchas cosas que pasan y no salen en ellas.
Por lo tanto hay que tomar las cosas con mesura y verlas con una óptica racional y de forma tranquila y calmada. ¿Que hay muchos impresentables que se saltan las normas a la torera porque no respetan más que el hacer lo que a ellos les viene en gana? Innegable. Pero también es innegable que hay muchísima gente que respeta las normas, obedece a las recomendaciones y hace lo que le mandan hacer los expertos. Y si nos paramos a analizar los datos que nos llegan, ese segundo grupo es infinitamente mayor que el primero. Tres mil multas por saltarse el confinamiento en tal ciudad durante este mes o esta semana o este fin de semana. Que barbaridad ¿no?. Sí, son muchos. Pero ¿cuánta población tiene esa ciudad? Pues cien mil habitantes. Pues vamos a las matemáticas. Pues resulta que hay un 3% de la población de esa ciudad que se pasa por el forro las normas, y un 97% que las respeta. Pues son bastantes buenas las cifras ¿no?. Parece que no somos tan cafres como nos pensamos así nada más leer la noticia de las multas ¿no?
Sigamos respirando hondo y haciendo números. La realidad se mide mejor así.
Buenas noches.

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