Michael Robinson, in memoriam. COVIDiario del Martes 28 de Abril (día 46)

Hoy no voy a escribir acerca de las noticias de la pandemia, ni sobre el clima político, no me lo pide el cuerpo. A primera hora de la mañana he leído la noticia de la muerte de Michael Robinson y me he quedado tocado. La muerte es algo con lo que tenemos que convivir, pero no es fácil. Es algo que sabemos que está ahí, desde que tenemos uso de razón, y que no podemos evitar, que algún día nos va a tocar a todos y cada uno de nosotros. Conforme vamos creciendo y madurando la visión que tenemos sobre ella va cambiando. Yo no pienso que con la edad se le pierda el miedo a la muerte como muchos afirman, más bien creo que lo que se consigue es aprender a asumirla. Y a pesar de ello, cuando alguien que por lo que sea nos toca de alguna manera se va, sentimos una sacudida en nuestro interior, como si esa misma muerte que vamos aprendiendo a asimilar, nos diera una colleja y nos dijera, eh, que sigo por aquí, no te olvides.
Esa sacudida he sentido esta mañana, y cierto que era una posibilidad cada vez más cercana el que le llegara la hora, el cáncer que le había sido diagnosticado hace poco más de un año era de los más complicados de superar, pero su actitud a la hora de afrontarlo y la normalidad con la que intentaba seguir su vida y su actividad hacía que tal vez los demás pensáramos erróneamente que no era tan grave. Que gran ejemplo de entereza, cuando en directo, desde un estudio de radio, comunicó su enfermedad a los cuatro vientos, para luego seguir su día a día de igual forma que hasta entonces.
Como tantos otros, nunca le conocí en persona, nunca tuve una conversación con él, lo que se sobre él es lo leído, lo escuchado, y lo visto de su trabajo. Y es precisamente todo eso lo que me lleva a escribir estas líneas en forma de humilde homenaje.
Hay que ser muy especial, para que un país entero te recuerde con tanto cariño y más aún si eres extranjero. Pero hay que ser más que especial para ser capaz de triunfar sin límites en los medios de comunicación de un país (radio, televisión), sin dominar el idioma. Un comentarista deportivo de televisión tiene como herramienta principal la palabra. A nadie en su sano juicio se le ocurriría pensar que alguien que no domine el idioma pueda desempeñar ese trabajo. Pues no hace falta pensarlo ni imaginarlo, porque él lo hizo. ¿Y saben por qué?, porque a pesar de su español salpicado de construcciones mal hechas y palabras usadas de aquella manera debido a su inglés natal, el contenido de sus intervenciones era de tal calibre que dejaba en simple anécdota lo del idioma. Tenía los conocimientos del fútbol adquiridos sobradamente de su época de jugador, pero conseguía transmitirlos en sus locuciones, y además los aderezaba con ese sentido del humor tan peculiar que utilizaba y sobre todo con un talante siempre positivo y afable. Llamaba a las cosas por su nombre, y nunca entraba en jardines de fanatismos propios de ser seguidor de algún equipo. Era ecuánime en sus opiniones y aunque todos sabemos de memoria sus equipos favoritos, de los que se declaraba abiertamente simpatizante y seguidor, eso nunca se interponía en sus juicios de valor o en sus comentarios, que siempre hacía desde el respeto más absoluto incluso con sus eternos rivales.
Revolucionó el mundo de la información televisiva sobre fútbol en aquel legendario programa "El día después", y allí se ganó una legión de seguidores. Era un programa diferente, con una estructura diferente y sobre todo que abordaba el fútbol desde perspectivas muy distintas a las habituales, mostrando aspectos de jugadores, entrenadores, árbitros que hasta ese momento nadie se había parado a mostrar. Y siempre desde con una mirada objetiva, imparcial, neutral.
Pero aún quedaba por llegar la pirueta imposible, el salto directo al lugar donde sólo los elegidos pueden llegar. Lejos de acomodarse con ese éxito desmesurado, huye de lo fácil, y en vez de quedarse de por vida dentro de las tertulias futboleras que empiezan a proliferar en todas las cadenas, y que con el tiempo acaban degenerando en el lamentable espectáculo que son hoy en día, se inventa un nuevo programa con un formato a caballo entre reportaje, entrevista y documental, la criatura se llama "Informe Robinson", y se convierte en un imprescindible en la historia del deporte y la comunicación. En esos programas, se abordan todo tipo de deportes, toda clase de deportistas, se cuenta su vida, sus momentos concretos, con una mirada de limpieza y normalidad que apabulla. Nada de polémicas, debates, discusiones o partidismos. La historia clara y cristalina, narrada y comentada por los propios protagonistas. Desde mitos del deporte hasta desconocidos con historias increíbles, todos ellos desfilan por este programa impagable que sublima el deporte por el simple hecho de que es fiel a su esencia más pura, huyendo de grandilocuencias o servilismos, narra los hechos y el protagonista cuenta sus sentimientos. Nada más. Sencillo, directo, imprescindible. 
Y es el hecho de abarcar cualquier tipo de deporte y deportista y cualquier situación lo que creo que hace que la figura de Michael Robinson trascienda a todos los niveles y se agigante de manera tal que el reconocimiento que está recibiendo hoy, en el día de su desaparición es global, unánime y está sobrepasando todos los límites imaginables. Porque hasta ese programa, no dejaba de ser un ex futbolista que hablaba de fútbol, desde otros puntos de vista sí, pero de fútbol. A partir de entonces se empezó a conocer que su filosofía abarcaba más allá del fútbol, que era una filosofía para el deporte en general, para la vida. Y con ello se ganó para siempre al resto de gente que le faltaba, a todos aquellos deportistas o seguidores del deporte en general que se apartan del fútbol porque este avasalla y arrincona a todos los demás. Fue entonces cuando comprendimos que Michael Robinson había sido un futbolista, y muy bueno, pero que en el fondo siempre había sido uno más de los nuestros, de los amantes del deporte por el deporte.
Gracias por todo Michael, estés donde estés siempre habrá alguien contigo, porque te lo has ganado, porque te lo debemos, porque estés donde estés, nunca caminarás solo.




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