Desde el pesimismo con optimismo. COVIDiario del Jueves 16 de Abril (día 34)

La semana avanza cansinamente entre las cuatro paredes de la casa, como la anterior, y como la siguiente, se espera ver pronto el final en el horizonte, pero no se atisban más que indicios de momento, en forma de cifras, que hoy de nuevo son acordes con las previsiones manejadas para avanzar hacia el control de la pandemia. Paciencia. Un día más es un día menos, de cuantos no se sabe, pero un día menos al fin y al cabo. 
El panorama internacional tampoco es mucho más alentador, el resto de países afectados, que cada vez son más, se afana también en empezar a planificar eso que se ha dado por llamar, la desescalada. O sea, cómo se va a hacer la transición de la situación actual a una lo más normal posible. Sus plazos como los nuestros, en el aire, dependiendo como todo de las dichosas cifras.
Hoy escribo sosegado, se notará al leerlo supongo, porque yo me lo noto al escribirlo. Aunque tal vez no esté bien empleada esa palabra para calificar el estado de ánimo que hoy me invade. Me jode escribirlo, pero tampoco voy a esconderlo, hoy tengo algo de pesimismo. Y el algo si que está bien traído, porque es solo un poco. No me gusta ser pesimista, realista vale, pero no pesimista, pero reconozco que hay días en que por alguna rendija se cuela ese influjo maligno y se hace dueño de una parte del pensamiento. Hoy es un día de esos. Y viene dado un poco por las cosas que se están viendo a diario desde que estamos sumidos en esta situación que parece de ciencia ficción, pero que la ha superado en todos los sentidos. Un panorama inédito, una situación para la que la sociedad, la humanidad entera, no estaba preparada. Muertos por doquier. Colapso total de la forma de vida como la entendíamos hace tan solo unas semanas. Y seguimos con las mismas guerras. Seguimos con las mismas actitudes de o conmigo o contra mí, seguimos sin ser capaces de dejar a un lado ideologías, ideas, pensamientos, parcelas de poder y sobre todo cálculos de futuro. Seguimos sin pararnos en los puntos de unión y solo nos centramos en las confrontaciones, en los ataques, en quitar de ahí a los que están para ponerme yo, aunque tenga las mismas soluciones de mierda que él, los mismos medios que él, y hasta puede que las mismas recetas que él, porque para muchas cosas no hay otras posibles en este momento. Pero eso da igual, lo importante es que ellos lo hacen fatal y nosotros que somos los buenos tenemos que echarlos de ahí para mandar nosotros.
Y si damos la vuelta al vaso, vemos por el otro lado a los que ven llegar a los otros para empujarles, y se limitan a gritar y denunciarlo, a proclamar que es una indecencia lo que los otros están haciendo. Pero ellos tampoco son capaces de dar un paso al frente, de bajar un peldaño de la escalera y tender una mano para decirles a esos que vienen a empujarles, oye, subid a este peldaño con nosotros y vamos a ver como entre todos intentamos manejar esto. Y no sirve tampoco decir, no lo hacemos porque nos lo iban a rechazar. No hables, actúa. Y luego los hechos pondrán a cada uno en su sitio.
Y esto es la tristeza que hoy siento por dentro, que el fanatismo y el egoísmo lo copan todo hasta en una situación extrema como esta. Por tanto cuando volvamos a la normalidad, dentro de los parámetros que se pueda, tampoco se puede esperar que las actitudes mejoren. 
Eso sí, no voy a finalizar en este tono, porque hay algo que también es cierto, y es el hecho de que siempre nos fijamos mucho en lo malo y poco en lo bueno. Y por eso siempre nos parece que abunda más lo malo que lo bueno. Esperemos que solamente sea por esta distorsión de mirar más hacia ese lado. El pesimismo está aquí. Luchemos para que el optimismo permanezca y le haga frente.
Buenas noches

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